El equipo cidiano volvió a ver cómo se le escapaba un encuentro que tuvo dominado durante 50 minutos a causa de los nervios y los errores no forzados
UBU San Pablo Burgos
31
Mijuskovic (), Espinosa, Dalmau (4), Ignacio (6), Gallardo (4), Ernesto (8), Vera (2), -siete inicial- Ibrahim (), Karlov (1), Roberto (3), Dashko (), Marcos (), Andrés (), Tamayo (2), Alonso, Dahsko (1).
Club Cisne Colegio los Sauces
32
Vázquez (2), Mendes (1), Álvarez (6), Ocaña, Preciado (4), Virulegio (4), Arias (7), -siete inicial- Chan (4), Villamarín, Vázquez (2), Arboleya, Calvo, Pombo (2), Conde, López, González.
PARCIALES: 3-2 / 8-4 / 9-6 / 10-11 / 12-14 / 15-16 / descanso / 17-16 / 21-20 / 22-23 / 23-26 / 27-28 / 31-31.
ÁRBITROS: Manuel Mohedano y Vicente Peris. Excluyeron a Diego Vera (min. 18:03), Espinosa (min. 25), Ernesto (min. 35:54), Igor (min.40:14) y Dalmau (min. 52:37), por parte del UBU San Pablo, y a Álvarez (min. 46:50) y Chan, del Club Cisne.
El fantasma de los últimos minutos volvió a hacer de las suyas en El Plantío. El UBU San Pablo Burgos llegó a tener una ventaja de tres tantos mediada la segunda mitad, pero la falta de contundencia para cerrar el partido y los nervios en el último tramo supuso que el Club Cisne Colegio los Sauces aprovechara la ocasión para dar la vuelta al marcador y sentenciar la contienda a falta de unos pocos segundos (31-32).
El cuadro burgalés salió muy centrado a la cancha y con mucha intensidad defensiva. La presencia de Espinosa en el centro de la zaga se hizo notar tras varias semanas de ausencia y la zona central de la muralla cidiana complicaba el ataque a los gallegos. Mientras, en posiciones ofensivas, los rojinegros se encomendaban principalmente a Ignacio Suárez, lo que en los minutos iniciales sirvió para comandar el marcador, si bien, al borde del minuto 8, Cisne lograba ponerse por encima para activar por primera vez en el choque esa ansiedad tan presente esta temporada en los jugadores rojinegros.
Los castellanos lograron superar ese trance, en el que los pontevedreses llegaron a ponerse dos arriba (6-8), para recuperar su solidez defensiva, robar balones y endosar a su rival un parcial de 4-0 que daba la vuelta al tanteo, lo que provocaba el primer tiempo muerto de Javier Fernández. Los foráneos no tardaron en reaccionar y respondieron un con 0-3 que llegó con el añadido de la exclusión de Diego Vera en el minuto 18.
El cuadro cidiano aguantó los envites de su rival para devolver la igualdad al luminoso, pero una nueva exclusión, en esta ocasión de Espinosa (min. 25), puso a prueba la resistencia de los de casa al borde del descanso. Elevando la cuota de esfuerzo, los hombres de Nacho González superaban el trance para llegar al receso con 16-16.
La vuelta a la pista fue algo alocada, con acciones erráticas en ambos bandos. Pero, en medio de la locura, apareció Mile para blocar varias intentonas gallegas y permitir a los suyos ponerse dos arriba (Min. 35. 19-17). El choque parecía en equilibrio, con ventajas de 1 o 2 goles para los cidianos, pero la cuarta exclusión del encuentro para el bloque local (Igor. min 40) volvía a exigir un extra de tesón para los burgaleses. Y, de nuevo, volvían a dar lo mejor de sí para, no solo no verse penalizados, sino conseguir ampliar su renta a los tres goles (min. 13. 24-21), con un Ernesto López percutiendo sin piedad desde el extremo, y motivar el segundo tiempo muerto de Cisne.
La tensión empezó a elevarse en la pista. Los gallegos veían que su rival se encontraba en escalada y los nervios les pasaron factura, de modo que en el 46 se vieron con dos hombres menos. Ese fue el punto de inflexión del partido. Esa oportunidad para romper el partido no fue aprovechada por los de casa que no lograron aumentar su distancia en el marcador en ese impasse. Una circunstancia que pesó en las espaldas cidianas, de modo que los nervios volvieron a aparecer para jugar la enésima mala pasada de la temporada. El conjunto burgalés entró en barrena. Empezó a acumular pérdidas y errores no forzaron que permitieron a los gallegos dar la vuelta en el marcador. La brega final de los locales no fue suficiente para contrarrestar los males propios ni el empuje ajeno, de modo que el encuentro acabó cayendo del lado visitante.